martes, 30 de agosto de 2016

Tres problemas y una tragedia para nuestra democracia



El debate de investidura es el momento para reflexionar sobre tres problemas y una tragedia que existen en nuestro sistema político.
El primero es la ausencia de una democracia interna en los partidos políticos y, como primera consecuencia, la falta total de una relación directa entre elegidos y electores. Es cierto que en los
ámbitos  municipales y autonómicos se atenúa esa distancia por la cercanía de los electores, aunque las estructuras endogámicas de los partidos se mantienen en  buena medida intactas.
De ahí el descontento de buena parte la población ante unos dirigentes que sienten como distantes y ajenos a los problemas de la mayoría.
A ello se une un déficit estructural en la formación política de la población en general. En su momento se aprendió tanto sobre la prima de riesgo que este parecía un país de economistas igual que fue una nación de ingenieros cuando las victorias de Fernando Alonso  nos hacia reflexionar sobre los difusores o los reglajes adecuados. Sin embargo, apenas existen cauces para que la gente aprenda nociones básicas de cultura política o las claves de una democracia que aparece como rehén de un conjunto de partidos más o menos amplio.
El segundo problema es la corrupción o, más exactamente, la percepción de impunidad que rodea a los casos de corrupción. No es que España sea un país corrupto, donde sin untar a nadie no se mueva nada, pero la existencia de sucesivos casos en los diferentes partidos han aumentado esa sensación de impunidad.
A ello se une que apenas se informa del destino de los corruptos o se desconocen la situación judicial de ellos. ¿Cuánto ha devuelto Jaume Matas? Habrá que buscar por Google para saberlo, pero no se conoce con la facilidad que se difundió, en su momento, su detención.
El tercero es la crisis económica. No tanto por su existencia, sino por la falta de transparencia con la que se abordó, sin dar razones de determinados comportamientos y decisiones; sin explicar los motivos de las políticas y las necesidad de ciertas medidas. Se gobierna, pero se comunica a base de lemas, de esloganes para masas tomando a la mayoría como un incapacitado. Al inicio de la crisis, puede ver la intervención televisiva de Enrique Fuentes Quintana explicando la crisis de los 70 y la necesidad de determinadas medidas. Todo lo contrario de lo vivido ahora y que puede explicar porque en una época se adoptaron los Pactos de La Moncloa y ahora parece que los herederos de aquellos son incapaces de decir quienes pagan la factura. Aunque como pagamos los demás, tal vez les importe menos.
Estos tres ingredientes, suficientemente agitados y revueltos, terminan en un combinado de regeneración y populismo asentado en nuestra política con la guinda de la tragedia citada al principio de este texto.

Esta no es otra que  ni los partidos que estaban antes  ni las nuevas formaciones toman las medidas necesarias para abordar una solución a los problemas citados. Ahí radica la tragedia y el gran problema de nuestro país.

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