jueves, 30 de junio de 2016

Cinco lecciones del 26-J


Ya han pasado suficientes días después de las elecciones generales para sacar unas conclusiones más allá del regate político de  corto recorrido al que estamos tan acostumbrados. Mi reflexión me lleva a cinco grandes conclusiones.
1ª) 2+2 # 5. Las coaliciones no suman. El fracaso de la coalición Podemos con IU no debería extrañar a nadie. Hace años, un pacto similar entre PSOE e IU tampoco ofreció un buen  rédito electoral, con el agravante de que en esa convocatoria el PP de José María Aznar logró su mayoría absoluta. En Asturias, la coalición de PP y Foro no  ha mejorado aún los resultados que ambos partidos logran por separado. Habría que ver lo que sucede en Navarra o Aragón donde también hay  coaliciones pero todo apunta a que en España las coaliciones electorales no funcionan.
2ª) El  bipartidismo goza de buena salud. A pesar de sus críticos en España, la actual España democrática, nunca ha existido un bipartidismo puro. Me parece más acertada la expresión de bipartidismo imperfecto, pero lo cierto es que los dos grandes partidos se mantiene  como las referencias para la mayoría de los electores. España se encuentra más próxima al modelo de Alemania (dos grandes formaciones con satélites con capacidad de influir) que al pluripartidismo italiano.
3ª) Las ideologías existen. La política no deja de ser la respuesta  de ciudadanos organizados a sus problemas comunes. La definición de esos problemas y la respuesta se formula en función de una ideología. A pesar de la mala fama que algunos quieren otorgarles y la crisis de los modelos totalitarios, las ideologías mantienen su valor. Tal vez por eso el bipartidismo goce de buena salud, por la facilidad para conocer la respuesta que se da.
4ª) El valor del diálogo. Nuestro país,  con su dinámica de democracia avanzada, es cada vez una sociedad más  compleja donde el diálogo debe ser una necesidad estructural para atender a las demandas de una ciudadanía cada vez más consciente de sus derechos que un fruto del azar. Unas terceras elecciones sería un fracaso de la clase política y el inicio de una crisis del sistema.
5ª) El señor D'Hont es inocente. El sistema de asignación de escaños ha permitido mayorías absolutas de uno y otro signo. También un parlamento fragmentado como el actual. El mayor problema se relaciona  con el tamaño de la circunscripción que deja fuera del parlamento a minorías con presencia en todo el país aunque su presencia en las provincias impide que entren en el parlamento.

Modificar la circunscripción obligaría a una reforma constitucional para resolver el problema. Aumentar el número de diputados hasta el máximo de 400 que permite la Constitución es una posibilidad. Esos 50 diputados se podrían asignar a una circunscripción nacional (aunque existe el inconveniente de que la Constitución habla de la provincia como circunscripción para el Congreso. El Consejo de Estado debería dictaminar si esa fórmula tiene encaje constitucional; soy lego pero toda vez que es un sistema de restos que nace de la provincia, no lo veo tan descabellado) donde entrarían los partidos sin representación que hubiesen superado un porcentaje mínimo de votos en el conjunto del país y los restos de los partidos con representación parlamentaria que también superasen ese porcentaje. Podría ser la vía para atenuar desequilibrios que actualmente existen, aunque vendrían otros problemas.

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