domingo, 28 de febrero de 2016

Ética de la irresponsabilidad




El reciente episodio vivido en Avilés con el pago de diferentes empresas por servicios prestados al Ayuntamiento me ha permitido ver dos de los problemas de la sociedad de nuestro tiempo. Ambos igual de importantes.
El primero es la confusión existente en el lenguaje, la dificultad para acceder a un idioma común y, a partir de ahí, establecer un diálogo. Es evidente que el lenguaje escrito no es igual que el verbal, que el administrativo no se puede comparar con el forense y que coma se escribe igual para una marca ortográfica que para el inicio del acto nutricional y, sin embargo, son realidades muy diferentes. Una confusión a la que se llega por diferentes factores: ignorancia, falta de voluntad de aprender, pre-juicios, adanismo...
El segundo es la ética de la irresponsabilidad que parece arraigarse en la sociedad. Me sorprendió ver a adultos estudiados y viajados lamentarse de no poder votar no por las posibles consecuencias para su patrimonio. Maquiávelico, absurdo, kafkiano eran los adjetivos utilizados. Sin embargo, nada les impedía votar negativamente. En el fondo su planteamiento era: dejarme hacer esto, pero sin ninguna consecuencia negativa para mí. Es decir, una ética de la irresponsabilidad, en la que el yo no piensa en las consecuencias de sus actos para los demás, sino en su mero egoísmo, la negación del hombre como ser social, una declaración de guerra contra principios que nos han guiado durante siglos y que, tal vez, lejos de la anécdota intuyen algunos de los problemas y carencias latentes en nuestra sociedad.

domingo, 21 de febrero de 2016

(Re)descubrir a Jünger

Photo: Página Indómita


Una vida tan extensa, pues murió poco antes de cumplir los 103 años, como intensa podrían explicar el interés que despierta la obra de Ernest Jünger (1895-1998), una de las referencias obligadas al acercarse a la literatura alemana del pasado siglo. La libertad individual, la relación del hombre con la sociedad, la naturaleza, el militarismo son algunos de los temas que aparecen en su obra.
Redescubrir al autor de Radiaciones o acercarse por primera vez a él son dos razones perfectamente válidas para leer Los titanes venideros (Página Indómita, 16,60 euros), título del libro que recoge una larga entrevista de Jünger con el periodista Antonio Gnoli y el filósofo Franco Volpi.
A lo largo de 157 páginas, se recogen las tres largas conversaciones mantenidas en 1995 en su casa de Wilflingen, junto con un apéndice que glosa los principales acontecimientos de la vida de Jünger.
Los entrevistadores se colocan en un segundo plano ya que el protagonismo corresponde a la obra de Jünger, tanto sus ideas (y su propia evolución), como las reflexiones sobre los diferentes acontecimientos de su vida o la relación con diferentes autores.
La admiración y el respeto de los entrevistadores hacia Jünger no impide que aborden las cuestiones más polémicas, permitiendo aclarar algunos aspectos de su ideario, como su idea de elite del que censura «la definición sociológica» porque «es un indicio de corrupción del concepto» (página 27).

Ernest Júnger.
Photo: http://www.adiciones.es/wp-content/uploads/2015/01/Juenger_Ernst_honorarfrei-BA1.jpg

Pero el valor de Los titanes venideros también radica en la aportación de las últimas reflexiones de Jünger sobre la necesidad de la lírica en el siglo XXI o el estado mundial, lo que muestra su capacidad de evolución de un pensador que, en su juventud, defendió el nacionalismo alemán.

«El Estado mundial es el punto al que tiende la organización política de la humanidad. Dicho Estado sancionará en el plano político la globalización ya encarrilada de la técnica y de la economía planetarias. Incluso sin eliminar los Estados nacionales, el Estado mundial absorberá el poder principal de estos», apunta en la página 74.

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio, suplemento Culturas,
página 5. 13 de febrero de 2016

miércoles, 3 de febrero de 2016

Salmo para gente muy ocupada



Desconozco quién es Toki Miyashina al que, navegando por Internet, se le atribuye este Salmo para la gente muy ocupada. En este mundo hiperconectado, donde la velocidad provoca que no veamos la belleza del paisaje me parece una oración a la que vale la pena conocerla y acercarse de vez en cuando.



El Señor guía mis pasos,
así que no me apresuro.
Él hace que me pare y descanse
para reposar tranquilo.
Él me inspira imágenes de quietud
que restauran mi serenidad.
Él me guía por la senda de la actividad
sin perder la calma.
Él me guía en la paz de su Espíritu.
Aunque tenga muchas cosas cada día,
no me turbo, porque Él está conmigo.
Señor del tiempo, dueño de las horas,
Él me mantiene ecuánime.
Me prepara un almuerzo
y restaura mis fuerzas
en medio de mis quehaceres,
y unge mi mente
con el óleo de la paz.
Mi copa rebosa de energía gozosa.
Esta armonía y esta actividad
son el fruto de mis días,
porque camino en la paz del Señor
y habitaré en su casa para siempre.


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