domingo, 21 de diciembre de 2014

Regreso al Dindurra



Cuando cerraron el Dindurra, los gijoneses sintieron una orfandad que los demás tan sólo podíamos acompañar como el que da un pésame a un amigo del alma. Porque con el cierre del Dindurra, en noviembre del pasado año, parecía que moría una parte de la historia espiritual de la ciudad. El Dindurra, como los grandes cafés, no sólo era un establecimiento hostelero. Construía el imaginario de Gijón, era un referente sentimental, una pieza esencial en el Gijón mítico que cada gijonés construye.
De aquellos lloros se entiende la alegría dionisíaca con la que se ha recibido su apertura.
La reforma tiene el encanto de haber cambiado todo el local sin perder su espíritu. Se agradece la metamorfosis de esa sala decrépita y mortecina en un espacio de luz y alegría. Lo cierto es que en estos días resulta difícil encontrar una mesa libre; el jaleo dificulta las conversaciones pausadas pero todo se perdona porque con esta apertura exitosa parece que los gijoneses se dicen a a sí mismos que pueden superar baches, incluyendo el cierre (temporal) del Dindurra; que pueden ser heridos, pero nunca derrotados.
Sin duda, una buena noticia poder volver a quedar en el Dindurra.

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