miércoles, 10 de julio de 2013

Una sorpresa



No sabía a donde íbamos a ir. En la habitación del hotel tan sólo había un par de billetes para Austria. "Es lo único que puedes saber", me susurró momentos antes de apagar la televisión. 
Era una sensación extraña, estar esos días lejos de casa; sin los ruidos familiares, sin ordenador, sin tablet... Sólo nosotros dos.
Este año le correspondía organizar nuestro aniversario. Nos turnábamos. Había surgido casualmente. Y nos gustaba ese sistema. Eso es lo importante. Había decidido Austria, aunque no me había dicho los motivos. Aunque, al final, siempre había uno.
Después de unos días en Viena, paseando y ejerciendo de turistas, me confesó que había llegado el momento cumbre del viaje. Volvimos a hacer el equipaje y nos trasladamos a Bregenz. Nunca había escuchado ese pueblo.
Todo muy austriaco, con la belleza de su perfección, tal vez excesivamente aburrida, demasiado calculada. La hermosura de una ecuación. 
Desde el cuarto del hotel pude ver la construcción que sobresalía en el lago. Estamos en el momento central de nuestro viaje de aniversario: asistiríamos a la representación de André Chénier; desde el lago, en un barco en las inmediaciones del escenario flotante que había visto desde la habitación del hotel. 
No soltamos nuestras manos durante toda la representación.
"Es algo hermoso, fantástico". "Sí, pero el verdadero regalo es llegar a este momento juntos".


Photo: http://www.austria.info/es/culturisssimo-ofertas-para-eventos-espectaculos/el-festival-de-bregenz-1506186.html

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