jueves, 27 de junio de 2013

Esperando la dimisión de Montoro


De la misma manera que en la Roma Clásica el panteón dedicaba un espacio al Dios desconocido, el gobierno de España debería tener un ministerio libre (no es necesario que cuente con funcionarios) para el ministro desconocido: el que asuma las responsabilidades políticas de su gestión.Nuestro país no es lugar de dimisionarios. El sacrificio de nuestros próceres alcanza cotas insospechadas, me atrevería a definir de martiriales.
Es ya un clásico citar la dimisión de Antoni Asunción, el ministro socialista de Interior después de la huida de Luis Roldán; asumiendo la responsabilidad política de una mala gestión técnica.
El paralelismo es perfecto con la situación que actualmente vive Cristóbal Montoro. El error en la identificación de la Infanta Cristina es gravísimo, no por ser Infanta, sino por contribuyente. Su gravedad es tal que, además de aclarar lo sucedido y depurar las responsabilidades que se deban depurar, exige una responsabilidad política. Y no es suficiente pedir perdón a los afectados. Debe dimitir. Así, con todas las letras; a pesar de su buena gestión. O, precisamente, por su buena gestión. Nos toca esperar la dimisión de Montoro, aunque sea sentados porque, como sucede en España, estas peticiones suelen ser vanas.

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