Me ceban y se alegran de mis kilos; se
alegran del peso que gana el ternero. Se imaginan mis chuletas en la
brasa, se hacen la boca agua pensando en mis solomillos. Alguno se
pregunta por mi tranquilidad, por las causas de mi felicidad. Mirad a
Hermoso, no sabe lo que le espera. Pobres desgraciados. Soy
feliz porque conozco mi vida, mi destino; lo me aguarda mientras
ellos corretean y juegan con ilusiones ignorantes de que acabarán
sus días como yo: siendo pasto de los gusanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario