miércoles, 12 de diciembre de 2012

Las cuentas del Niemeyer


Si de algo se habla en la polémica del Centro Niemeyer es del dinero, de sus cuentas y de la necesidad de una transparencia que no se ve en ninguna otra institución.  Ni se reclama.
Se habla del dinero, pero, en ocasiones, da la impresión que es una metáfora para hablar de otra cosa. O del caballo de troya para cargarse el proyecto. 
Así, por ejemplo, se habla de la deuda. Bien, la deuda es el resultado de la resta de los ingresos menos los gastos. Todo indica que el ejercicio de 2012 será equilibrado, pero no se puede olvidar que en 2011 se produjo una crisis institucional que quebró el plan de empresa trazado.
Ahora bien, imaginemos que, con independencia de lo que sucedió ese año, se hubiese producido una deuda. ¿Acaso no hablamos de una institución cultural? ¿Son las bibliotecas rentables? No. Pero nadie se plantea cerrarlas, porque su rentabilidad responde a otros criterios sociales y culturales que justifican que el Estado destine un dinero a fondo perdido. 
La siguiente pregunta lógica es sobre si se producen esos criterios en el Centro Niemeyer. Y yo creo que sí. Tanto por el acercamiento a la cultura como el elemento de promoción turística, aunque de eso escribiré en otro momento. Aunque, claro, puede suceder que para algunas personas les resulte más cómodo denunciar la deuda que renunciar a esos objetivos de promoción.
Otro gran tema del debate político es la naturaleza del gasto. Ya se sabe: que si muchos gintonics, que si demasiado tabaco... Por lo publicado no parece que haya sido una vida de desenfreno. Y a poco que una persona haya metido algo la cabeza en el mundo de la gestión cultural sabrá que siempre se afrontan ese tipo de gastos. Equilibrarlos y evitar que se disparen es una tarea compleja, pero siempre aparecerán. No me creo que la dirección del Festival de Cine de San Sebastián no pague ninguna copa, no guarde gentilezas. Son facturas que debes abonar y asumir si quieres jugar en determinada liga. Es evidente que si quieres renunciar a esa liga, es lo que deberías decir, que renuncias, no que los gastos son excesivos. Porque igual si comparas con otros equipos compruebas que las cifras son menores.
Ello no impide que se reclame rigor en la gestión, que se eviten zonas oscuras, como los 182.000 sin justificar o los autocontratos... Y es una lástima que existan, igual que es lamentable el material sin aparecer, porque ensucian el nombre de unos gestores que, hasta conocerse esos datos, merecían el aplauso de todos.
Habida cuenta que existen suficientes mecanismos legales para depurar esas responsabilidades, ¿no estarán yendo por otra pieza, por la mera existencia del complejo?

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