domingo, 12 de agosto de 2012

Sed de concursos



Aunque el resultado es siempre el mismo, de vez en cuando surgen las ganas de presentarse a un concurso literario. La rutina es siempre similar. Leer las bases, pensar si existe algo listo, reelerlo e ilusionarse.
Ese es, sin duda, el mejor momento. Cuando uno termina y se felicita de lo que ha escrito y, con la autoestima por los aires, se dispone a pensar un pseudónimo y preparar las copias necesarias.
Tras la perceptiva visita a Correos para el envío comienza la cuenta atrás hasta que, un buen día, uno se olvida del concurso y las ilusiones del premio quedan dormidas.
Meses más tarde, limpiando papeles, un doblado resguardo de la oficina postal te recordará el certamen al que te presentaste. Con un poco de suerte, en Internet encontrarás la información que confirme que ha sido otro el ganador. 
De esta manera, se aplacará la sed de concursos... Hasta la siguiente convocatoria.

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