sábado, 27 de octubre de 2012

Esperando el momento


A veces toca detenerse, esperando el momento para arrancar, que suene el pitido para que todo el mecanismo se active y ponga en movimiento.
Como sucede este invierno, que parece que comienza a llegar.
Pero una espera prolongada puede ser letal, corrosiva, desmoralizante.
No se oye el pitido en la estación, el semáforo sigue en rojo, no hay orden de avanzar.
Es, entonces, el momento en que se debe buscar el movimiento interno. Porque no somos cosas, somos personas. Y el óxido no viene de fuera, sino que nace en el interior. Pero sólo si lo dejamos. 
La decrepitud es nuestra. No culpemos a los demás.

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