lunes, 15 de octubre de 2012

El eterno retorno


Cuando uno piensa que, por fin, había recuperado el ritmo en la escritura algo sucede para romperlo. No es un descanso, ni una interrupción, no; es una quiebra, una falla en toda regla que ya no le dejará ni el consuelo de la estadística cuando a finales de mes lo mire.
Y, aquí, en mi refugio frente al Cantábrico uno no puede sino preguntarse por ese eterno al que siempre llega, porque deseando ser escritor no pasa de ser un mal lector y siendo mal lector sueña con escribir. 
Tal vez sea el momento de romper con todos los sueños. No en vano, uno se acerca al mezzo del camino. Así que es la hora de recopilarlos y alejarse de ellos, entregarse a la vida, aunque sólo sea para escribir y leer; leer, escribir y vivir.

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