lunes, 26 de marzo de 2012

Asturias, lecciones de la derrota

Si tuviese que quedarme con una sensación para explicar las elecciones de ayer sería la de derrota. Derrota de la clase política, de un discurso de los políticos como Francisco Álvarez-Cascos incapaces de entender que los ciudadanos demandan más soluciones que problemas. Cuando la participación cae al 55% es evidente que la mayoría de los votantes consideran que los dirigentes deben dejar de ser parte del problema.
Y si señalo a Foro Asturias con mayúsculas es porque, como gobierno y fuerza mayoritaria hasta ayer, su misión era liderar esos acuerdos, demostrar que sabían negociar, no imponer. Visto lo que hemos padecido en estos siete meses en la región, lo mejor que nos puede suceder a los asturianos es que entren en proceso de disolución o, por lo menos, modifiquen sus planteamientos.
Pero la derrota unió ayer a todos los partidos. Javier Fernández, el triste, depende del voto emigrante para asegurar un gobierno en minoría. A su favor está que parece una persona seria, cabal y de palabra, con capacidad para el diálogo; en contra esa sensación de aburrimiento que transmite. Aunque, para gobernar, lo primero resulta una suma de virtudes que no siempre aparece. 
Mercedes Fernández protagonizó un giro de 360 grados, lo que se podía traducir como la mejor forma de hacer el imbécil en política. Muy lampedusiano: es necesario que todo cambie para que nadie cambie y que el PP se quede en sus diez escaños. Y con un detalle. En los ayuntamientos donde Foro Asturias gobierna, caso de Gijón, el desgaste de los casquistas ha sido menor. Es la mejor invitación posible para un pacto de gobierno. En el mejor de los casos, Cherines ya estará redactando una carta de dimisión; en el peor escenario, la dirección nacional debe reclutar voluntarios para la gestora.
Izquierda Unida mejora sus resultados para llegar a ninguna parte, ya que no ofrece ninguna mayoría absoluta a su aliado más próximo, el PSOE, mientras Upyd entra en la Junta General del Principado gracias a la señora abstención. A ver si resiste más de tres años.

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