lunes, 18 de abril de 2011

Un árbol torcido




"Tienes que saber doblarte, inclinarte con el viento para que éste no te derribe. Tus raíces tu sujetarán a la tierra", le decía el padre a su cría. Predicaba con el ejemplo. Se doblaba conforme al viento. Otros ejemplares del parque, orgullosos de su línea recta, cayeron al paso de tempestades, ante fuertes vientos. Pero él no, él se doblaba, se dejaba mecer y seguía creciendo, creciendo.
Y cuando trataba de recuperar su línea, su perfil, los ejemplares que le habían escuchado le preguntaron:
"Y para esto te ha servido doblegarte, para crecer como un árbol deforme. ¿Quién te recordará? Ninguno de nosotros se ha olvidado de la gran secuoya, o del castaño del estanque".
"Ya, pero yo sigo creciendo y escuchando al viento, disfrutando con la lluvia después de la estación seca y ellos, con toda su nobleza, hace tiempo que se han convertido en pasto de las llamas".

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