sábado, 4 de diciembre de 2010

Mi niña

La mano de Costillina


A punto de cumplir cuatro años, cuatro, de Archipiélago, los lectores que se hayan acercado a estas islas habrán comprobado que uno intentaba actualizarlo con frecuencia diaria. Incluso en vacaciones, cuando desconectaba, dejaba mi ración de congelados. Y, en más de una ocasión, hablando con amigos les aseguraba que, sin esta bitácora, me costaría mucho vivir o, por lo menos, aliviar presiones intelectuales. Todo eso era más o menos cierto hasta el pasado 25 de noviembre, zum, zum. 
Y es que ese día vino al mundo Costillina.Y, aunque aún no he visto la mar en sus ojos, sí he sentido toda la vida, el latido del amor, el perfil más hermoso de luna. Y, desde entonces, vivo sin vivir en mí, vivo en ella y por ella. ¿Qué no se actualiza el Archipiélago? Mala suerte, ya se actualizará. Y, mientras nuestro ritmo vital se transforma uno se entrega a disfrutar de la felicidad, de una felicidad que nunca se había soñado.

Los pies de Costillina, el día de su nacimiento.

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