miércoles, 18 de agosto de 2010

La calle de Ramón Rodríguez

Algún día, Avilés dedicará una calle a Ramón Rodríguez. Porque Ramón se la merece. Ramón Rodríguez recuperó el color para las calles de Avilés, alentó a los jóvenes creadores y rescató la historia artística de la ciudad, los grandes nombres que permanecían olvidados y que habían llevado a los pinceles su amor por la ciudad.
Algún día, Avilés dedicará una calle a Ramón Rodríguez por su mirada artística, por enseñar a mirar y a descubrir que el arte se encuentra en cada uno de nosotros, en nuestras manos y en nuestra capacidad para jugar.
Espero que, cuando sea ese día, el Ayuntamiento no caiga en la vulgaridad de poner a la calle el nombre de "calle de Ramón Rodríguez" porque, de esa manera, se mancharía el nombre y todo lo que quiso y quiere hacer. Debería llamarse calle de los colores y, en la placa, poner varias franjas de diferentes tonalidades. O, mejor, dejar a mano unos botes de pintura para que, la gente al pasar, escogiese los colores y, sumándolos, naciesen nuevas tonalidades.
Y, en los envíos postales, no figu´raría ningún nombre, sino calle de                   o calle de                . Y, de esta manera se abría que el envío sería para la calle de Ramón Rodríguez, el que recuperó los colores para Avilés.

Troppo Vero



Troppo Vero (Editorial Pretextos) es la entrega número 16 del diario de Andrés Trapiello, Salón de los pasos perdidos.
Los diarios de Trapiello cuentan con una legión de seguidores que, libro tras libro, disfrutamos con alguna de sus características, como su humor, ironía o el cuidado en el manejo del idioma. Al inicio de esta entrega, parece que el libro reflexionará más sobre el arte de escribir, más que sobre lo literario. Sobre lo que es la escritura, nos regala bellas páginas al inicio de la obra, aunque, como sucede en un buen diario, el río de la vida va cambiando de curso en su afán por convertirse en literatura.
Y cierto es que los parajes de Trapiello son para los seguidores conocidos, incluso familiares. Pero siempre son nuevos gracias a esa alquimia que es la escritura. En cierta manera, es como uno de esos pintores impresionistas que pintaban el mismo paisaje a diferente hora, para captar los cambios de luz.
Uno, como siempre, disfrutó con estas páginas, y os las recomiendo a todos.

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