miércoles, 4 de agosto de 2010

Sara Carbonero, desnuda


Ya, ya sé que es una trampa vulgar y cotidiana, pero es la forma que uno tiene de lograr visitas para este apunte que, además, no deja de ser una obra de caridad,en alguna manera, se lea. El que sale en la foto es Aurelio, que bien podría llamarse Carbonero por lo negro que llegó. Es un gato abandonado que encontramos y nos llevamos a casa. Pobre, parecía que iba a morir ese mismo día pero no. Sigue vivo por la huerta de Xivares.



Por aquí quedará hasta que llegue su hora o que un alma caritativo lo quiera adoptar. Es un macho y, de momento, está siendo bastante cariñoso. Andará por los tres o cuatro meses. Les espera un largo y duro invierno, así que si una casa se ofrece a adoptarlo le ruego que se ponga en conctacto por correo electrónico con Archipiélago y vemos cómo nos organizamos.
Gracias a todos.

No me gusta el Cristo de Dalí


No me gusta el Cristo de Dalí. No quiero decir que sea un mal cuadro, ni que Dalí sea un pésimo pintor. Hablo de gustos, de una apreciación personal. Se dice que sobre gustos está todo escrito y es una gran mentira, porque sobre gusto se escribe a diario. Se escribe hoy y se escribirá mañana. Y lo que se escribirá mañana significa que no hay todo escrito, sino que aún queda por escribir.
Pero, a lo que vamos, no me gusta el Cristo de Dalí porque no es mi Cristo. Mi Cristo es Dios hecho hombre; un Dios hecho tan humano que sufrió por todos los hombres, por el perdón de toda la humanidad. No veo a ese Cristo en el cuadro, sino que encuentro a un Mesías sobre lo humano, contemplado no desde nuestra perspectiva (que no alcanzamos a superar las llagas de sus pies), sino la de un Dios que mira a todo desde la distancia y, desde esa distancia, no pudo enviar a su Hijo, que llegó del Amor. Es un cuadro agnóstico de un ateo, o un cuadro ateo de un agnóstico. Pero no veo una obra de un creyente, no me expresa ninguna verdad de Fe. Por eso no me gusta el Cristo de Dalí.

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