lunes, 2 de agosto de 2010

La cerveza no engorda

Después del apunte anterior, igual alguno de mis pocos lectores cae en la depresión. No es para tanto. La vida es un lugar hermoso, para disfrutar de ella, pero sin esclavizarse con las ataduras del siglo.
Hay que saber disfrutar de sus buenas cosas. Como, por ejemplo, la cerveza. Y más cuando, según leí hace tiempo en Abc no engorda. Los problemas suelen venir con el pincho que la acompaña, o esos frutos secos que se comen entre sorbo y sorbo. Pero, lo que es la cerveza en sí, se puede beber con toda tranquilidad, sentados en una terreza y contemplando el Cantábrico.
Buen provecho.
Tengan cuidado ahí fuera.

Tiempo de morir, tiempo de vivir

Parroquia de San Antonio de Padua, Oviedo


Vanidad de vanidades. Nuestra sociedad, tan vitalista ella, tan hedonista, tan entregada a la eterna juventud, aún no ha asumido que, en un momento dado, tendremos que cruzar la puerta, empezar a desvelar los misterios que nos aguardan. Vivimos sin pensar en morir y cuando morimos siempre nos lamentamos de no haber vivido lo suficiente.
Pero la muerte está ahí, en cualquier esquina. Sólo Dios sabe si este es mi último apunte, si tendré tiempo a corregir los diaros escritos y a terminar algún libro más. Pero esa certeza, saber que todo se puede acabar en un suspiro no nos libera, sino que nos angustia. Pero, ¿qué angustia cabe si allá donde vamos no llevaremos nada salvo nuestro vacío y nuestros temores, nuestras dudas y nuestras alegrías, nuestros recuerdos y sueños?


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