jueves, 1 de julio de 2010

Eres un intransigente, y me encanta serlo

Desde hace bastante tiempo, la derecha social y política de este país tiene ganas de apretar al movimiento sindical, hacer un ajuste como los años duros del tacherismo y dejarlo poco menos que descabezado y sin poder. Siendo un elemento imprescindible para la defensa de los derechos de los trabajadores, la verdad es que los sindicatos contribuyen de buena manera a generar esa mala imagen. Sirva como ejemplo lo sucedido en la huelga del Metro de Madrid.
Y no por ejercer su derecho o protestar por una bajada salarial. El problema ha sido el incumplimiento de los servicios mínimos, que ni se llegaron a recurrir. Nuestro sistema es el que es y en él se plantea la existencia del poder judicial para resolver esos conflictos. Y, si no te gustan los servicios mínimos, los denuncias y acatas la sentencia. Estoy convencido de que existen argumentos suficientes para resolver esa situación. Más cuando un huelga se convoca con diez días de antelación. Las reglas del juego se establecen para evitar que esto sea la jungla, que es lo que quiere la derecha: que riga la ley del más fuerte, la que marcan ellos.
Es lo que pienso y ayer lo defendía en amable conversación con unos amigos. Hay que respetar las normas y acudir a la justicia. Mi posición era tan minoritaria que era él único que la defendía. Ya estoy acostumbrado a ello. Pero lo mejor fue la medalla que me colgó uno de los contertulios: "Eres un intransigente". Y me encanta serlo, lástima que no se lo dijese entonces como ahora lo escribo.

Por un IVA patriótico



Este uno de julio se nota en nuestros bolsillos por la subida del Impuesto del Valor Añadido, el popular IVA. En algunos sumercados, como Eroski y Lidl, ya han anunciado que no repercutirán su incremento en los precios finales. ¿Milagro? No, yo creo que no, porque entre lo que se ahorran en publicidad y los costes secretos de la transición al euro la mayor parte de las empresas cuentan con margen suficiente para asumir esa incremento de la presión fiscal.
¿Acaso hemos olvidado lo que pasó en este país cuando llegó el euro? El día 31 de diciembre pagábamos por un café 100 pesetas y, al día siguiente, o a los dos, nos pedían otra monedita, de un cospel parecido: 1 euro. ¡¡Qué fácil!! Pero esa transición significaba pagar 166,386 pesetas (si no me equivoco) por lo que antes nos contaba 100 pesetas con el mismo servicio y, posiblemente, un poco de mala leche por lo complicado que era entender la nueva moneda. Estamos hablando de un incremento del 66,38%, un margen suficiente y, aunque ha llovido desde entonces, la inflación aún no se ha comido el margen que se añadió al que ya existía, pues no creo que con los veinte duros pre-euro esa cafetería de la esquina estuviese en números rojos.
O sea, que es el momento para asumir un IVA patriótico. Y, nosotros, los asalariados, a consumir.

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