Supongo que en diciembre de 2009, cuando los prebostes de la Delegación del Gobierno, Principado de Asturias, Dirección General de Costas y cualquier otro departamento que acudieron a la inauguración de la recuperación de la playa de Xivares, en Carreño, tuvieron buen cuidado de no levantar los ojos del suelo para no ver el muro de la vergüenza con el que tratan de encarcelar al Cantábrico. No deja de ser una incoherencia propia de nuestra sociedad que en tierra gastemos miles de euros en lugar una costa digna y, a escasos metros, tiremo cientos de millones de euros en la construcción del megagransuperpuerto de Gijón.
La gran obra de ingeniería que alaba la izquierda que la impulsa y que, de verla desde la oposición, sólo le serviría para justificar encierros y protestas, denuncias contra un atentado medioambiental. El desarrollo económico justifica la inversión. Ayudará a incrementar los tráficos que no tenemos. Es el capitalismo salvaje, el crecimiento por encima de todo, incluso yendo contra la naturaleza. Luego dirán que la crisis es un invento de los neoliberales y las hipotecas de alto riesgo de Estados Unidos, de las apuestas a corto en la Bolsa y las inversiones a largo, de los fondos privados de inversiones... Mentira, es todo una gran mentira. La crisis somos nosotros, nuestra avaricia y codicia, nuestro silencio, nuestras ganas de aparentar y no en disfrutar con las cosas sencillas que nos da la vida.