jueves, 22 de abril de 2010

Recordar y perdonar

Es muy interesante seguir todo el debate que se ha montado sobre los presuntos delitos cometidos por el juez Baltasar Garzón. Al margen que las denuncias hacen extraños compañeros de trinchera (¡¡qué pensarán Felipe González, Alfonso Guerra o José Barrionuevo de los apoyos de su gente a Garzón!!), lo sorprendente han sido los argumentos de sus defensores. Hasta el momento, ni he escuchado ni leído razón jurídica en favor del imputado. Todos los argumentos son revisiones de la Transición, críticas a la Constitución y una lista de heridas familiares de nuestra Guerra Civil.
Así que voy a contar mis cicatrices. En una mano veo a mi bisabuela camino del exilio con sus hijas (mi abuela y tías abuelas), huyendo de Avilés, donde les aguardaba una muerte más que segura, los campos de refugiados en Francia. Y un regreso igual de doloroso para sacar a un tío abuelo mío de un campo de prisioneros en Santander. A los nietos apenas nos contó sus recuerdos. Cuando rechazábamos la comida que no nos gustaba, a veces hablaba del hambre y el frío que pasaba, y cómo bebían agua con ladrillo machacado para disimularla...
En otra mano, veo a tíos abuelos escondidos. Eran de derechas y sabían que, en una zona roja como en la que estaban, los iban a matar. Al final ganaron la guerra, pero nunca se habló mucho. No hubo gloria de la victoria, sino conciencia del dolor y de la violencia, de tiempos de persecución a los que no se quería volver.
En mi historia familiar encuentro vencedores y vencidos unidos por el dolor y la convicción de que esos tiempos no pueden volver, no. Encuentro perdón y recuerdo, pero recuerdo como lección, no como rencor; descubro ilusión por el futuro, por entregar una sociedad mejor a sus hijos, a los hijos de sus nietos; ilusión por disfrutar la vida sin más complicaciones, ilusión por la libertad.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails