Se acabó el sueño. Asturias no aspirará a la capitalidad cultural europea de 2016. Era un proyecto ambicioso, complejo, díficil. Pero se ha ido al garate gracias al que, posiblemente, sea el político más cateto, cacique y corto de miras de esta región: Gabino de Lorenzo.
Cateto por su imposibilidad para relacionarse con lo que hay más allá de la calle Uría, por un discurso basado en la descalificación y la manipulación; por ese ombliguismo ovetense que separa y disgrega la región, por su imposibilidad para trabajar en proyectos conjuntos por encima de las banderas ideológicas.
Cacique por la forma en la que tiene de gestionar su gobierno. Allá los ovetenses que tragan con todo, pero tienen lo que han votado: un ayuntamiento endeudado y deficitario en servicos públicos, al que le salvan la cara las instituciones regionales.
Y corto de miras por la imposibilidad de planificar a medio plazo, con un gobierno que sólo busca salvar el día a día, sin generar alianzas con el resto de la región. No me extraña su debacle electoral en las últimas generales. Porque se puede engañar a unos pocos, pero no a todos.
En esto todo este proceso, sólo hay que recriminar al gobierno regional que ocultó una baza importante: la capitalidad era la de Oviedo, que se apoyaría en Gijón y Avilés para reforzar sus posibilidades. Lo que no hace sino debilitar la gestión de Gabino de Lorenzo.