viernes, 21 de mayo de 2010

Elogio de Correos



Cada que vez que escribo mi remite en una carta y voy a la oficina de Correos me admiro de la eficacia del servicio postal, de su capacidad para descrifrar mis letras y que la misiva termine arrivando a su destino llevando las buenas nuevas.
Por cotidiano y oculto, con frecuencia no apreciamos la eficacia de los trabajadores de Correos con sus pesadas cargas por la calle, ordenando la correspondencia, atendiendo al público. Llevan ahí toda la vida, se han engarzado en nuestras necesidades y son como el respirar. Sólo notamos su ausencia cuando funcionan mal.

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