lunes, 15 de marzo de 2010

Llaranes o el tatuaje



Llaranes es uno de esos tatuajes que han marcado la piel de Avilés y que, por mucho que pasen de moda, no debe desaparecer nunca de la epidermis. Llaranes es el recuerdo vivo de nuestra historia, desde la época romana a los cruciales años 50, cuando vino la Fabricona y, con ella, cientos de personas. En Avilés, durante muchos años, la industria apenas dejó ver las nubes, ni la ciudad ni las personas.
¿Qué absurdo resultan desde el ahora esas barreras entre los de aquí y los coreanos; entre el Avilés de toda la vida y los de fuera; los paseos en el parque de El Muelle, con una zona para los ricos y otra para los pobres? Y, en el hoy, cuando nuestras manos son tan coreanas como las del pasado, cuando uno es extranjero en su propia tierra ve en la geografía de Llaranes un recuedo de lo mejor de muchas personas que llegaron a esta tierra con sus ilusiones, con las ganas de trabajar, de salir adelante en una época muy difícil. Y, con toda esa riqueza, construyeron el Avilés que hoy disfrutamos. Llaranes, Versalles, La Carriona, La Luz...
El cinturón de hierro de la ciudad que la alimentó hasta la actualidad.

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