martes, 4 de agosto de 2009

Ferroagosto

Entiendo que, aunque la mayoría disfruta de vacaciones en agosto, muchos siguen trabajando. Incluso más que nunca. Piensen en los chiringuitos. Sin embargo, en agosto siempre se revoluciona el país. Hasta los medios de comunicación cambian su estructura e introducen secciones veraniegas. Qué están bien, no lo voy a criticar, más cuando suelo disfrutar leyéndolas. Pero, para ser justos, deberíamos introducir secciones primaverales, otoñales e incrementar las páginas en el duro invierno, cuando se pasa más tiempo en casa.
Tal vez, el reto sería acercar el propio ritmo de la sociedad a la época del año. Igual así se reduce el estrés y todo el mundo sería más feliz. Qué debería ser el objetivo común.

Inocente pero mentiroso

Por dos votos contra uno, el presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, no será juzgado por cohecho pasivo, esa delito que consiste en que las autoridades o funcionarios reciben regalos y dan un trato de favor al que regala. O sea que, según proclaman alegremente las gentes del PP, el señor Camps es inocente. Inocente sí, pero también un mentiroso como la copa de un pino.
Porque en el mismo auto donde se indica que no será juzgado, queda claro que el señor Camps no se pagó sus trajes, como él no dudó en proclamar en el foro de ABC. Recibió regalos, pero no se atrevió a decirlo. Ocultó la verdad. Es decir, mintió. Cierto que si en ese momento hubiese dicho que recibía regalos, igual la resolución judicial era contraria. Lo que nos convierte al señor Camps en un pillo. Inocente, pero mentiroso, pillo y con cosas que ocultar porque, en el momento de escribir estas líneas, aún no ha explicado las razones de sus mentiras.
Y será todo lo inocente que sea, no habrá influido en los contratos a quienes le regalan pero uno piensa que en política no todo vale. Y entre las cosas prohibidas para los políticos se encuentra mentir. En general deberíamos tratar de mentir poco, pero especialmente un político. Por eso, un político decente debería dimitir si le pillan mintiendo. Aunque, claro, decencia y mentira nunca van de la mano. El binomio es mentira y política.
¿Cómo sabrán ahora los valencianos que el señor Camps dice la verdad o miente? Supongo que será por el color del traje.

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