-¿Perdone, va a salir?
-Sí, ahora mismo, en cuanto termine de hablar por el móvil.
-¿Podría esperar a que llame a mi marido y venga a aparcar?
No, por desgracia para uno no es una secuencia fruto de mi imaginación con la que poder empezar un relato. La conversación, más allá de matices, fue real y demuestra lo difícil que hoy en día resulta aparcar en Avilés, donde la doble fila ya es estructural en muchas calles ante la pasividad de la policía y sufrimiento de los conductores. A este paso, nos convertiremos en eternos peatones o conductores atrapados en alguno de esos atascos infinitos que pueblan la literatura. La angustia del gran atasco o la desesperación del eterno movimiento. Así nos las gastamos en Avilés.
Si ahora abordamos el problema del aparcamiento en clave cómica, nos queda saber cuando empezaremos en clave trágica y, o pugilística. Y a ver que hace la ORA en todo esto, más allá del saca perras.