martes, 13 de enero de 2009

El caballero de las armas bermejas



"¡Maravilla! Ha regresado el caballero de las armas bermejas, venid a verle! Pero, ¿para qué? No hay en el mundo hombre tan vil, tan digno de desprecio y tan cobarde. La cobardía le domina, y él nada puede hacer contra ella".

Chrétien de Troyes, El caballero de la carreta



Con el primer golpe tembló ligeramente el aire, parecía que la espada contagiaba al espacio con el sabor de la muerte, intuida en su filo. El caballero de las armas bermejas contempló el espectáculo: la llanura donde hervía la sangre, tiendas de campaña y el palco para las autoridades con su corte de bufones. Observó el paisanaje: las doncellas casaderas, las viejas amas, los vendedores de cerveza e hidromiel, lectores de futuro, magos con talismanes, herreros, escuderos, aprendices de brujo, poetas... Y el grito del pueblo, un grito unánime:.

"La más bella para el más valiente".

Y la valentía se medía por la muerte, por la sangre de otro vertida en el campo, por el fragor de los aplausos cuando se cortaba una cabeza o el volumen de las risas cuando se mutilaba un cuerpo.

El caballero de las armas bermejas se preguntó qué hacía en ese torneo, en esa elección. «Después de todo», reflexionó, «yo soy el otro y también carne de risas, de aplausos. Las burlas son para mí, aunque yo haya cortado esa cabeza. El mendigo que nace cuando mutilo a otro caballero, soy yo».

Comenzó a retroceder, a esquivar los golpes de espada. Huyó del combate. Los gritos no tardaron: "¡Cobarde!, ¡cobarde!" La corte casadera del rey Arturo esputaba hacia el caballero de las armas bermejas. Las damas buscaban a sus futuros esposos bañados en sangre: basan la felicidad del tálamo conyugal en el número de cabezas cortadas, midiendo la virilidad por la destreza con la espada.

El de las armas bermejas vio su espada y la tiró, huyendo de los rastros de sangre que goteaban en su filo. Y soñó con una mujer que le amase en la paz, sin cuerpos mutilados o cabezas aplastadas por su querer. Los gritos y las burlas desaparecieron en cuanto el caballero inició su cabalgada hacia un territorio de paz, sin armas y sin combates para lograr a su amada. Si es que pudiera encontrarlo.

2 comentarios:

  1. (Espero que no salga dos veces, pero no sé qué fue del comentario que acabo de esribir)

    Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, Fernando, ahí me has dado de pleno. Chrétien de Troyes, el creador de Lancelot du Lac, uno de los principales autores en contribuir a la historia del Rey Arturo tal y como lo conocemos hoy y uno (entre otros) en cuya obra se basa la teoria de que el amor cortés es, en realidad, un trasunto del catarismo, como defiende Denis de Rougemont en su libro 'El Amor y Occidente'. Teoría que inspiró la obra de Otto Rahn 'Cruzada contra el Grial', en la que sitúa al Grial en la fortaleza de Montsegur, último reducto del catarismo en caer en la única cruzada que se llevó a cabo en tierra cristiana. Precioso libro. Apasionante historia.

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  2. Velda, disculpa mi tardanza pero esta semana fue muy complicda laboralmente.
    Realmente, mi conocimiento del ciclo artúrico es mucho menor que el tuyo. Me fascinó 'Excalibur' (J. Boormaan) y un buen amigo me explicó que bebía directamnte de 'La Muerte de Arturo' y también me recomendó a Troyes. Empecé por éste y su lectura me fascinó. Entre sus líneas surgió este cuento como homenaje a un libro que me pareció muy moderno.

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