jueves, 13 de noviembre de 2008

La factura de Obama

José Luis Rodríguez Zapatero se sentará con voz y voto en la cumbre del G-20. Hay que reconocerle un éxito después de sus intensas gestiones y jeremíacos lloros. Entre los días del Cursillo y las vacaciones estoy un poco descolgado de los entresijos y no sé hasta qué punto el presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, ha influido para que acuda nuestro presidente. Lo que sí tengo claro es que la fiesta no saldrá gratis.
La factura que Barack Obama va a pasar a sus aliados, y la España de Zapatero quiere serlo, comienza con la A de Afganistán, termina con la S de soldados e incluye la G de Guerra.
Antes de seguir dejo claro que apoyo la intervención internacional en el país asiático, donde nos jugamos mucho, mucho. Una actuación que no debe ser sólo militar, también política y apoyando el desarrollo del país.
Pero Afganistán obligará algo que nunca han hecho nuestras tropas en el extranjero: combatir, guerra de guerrillas pura y dura. Hasta el momento, la presencia militar española en el exterior siempre ha sido en misiones de paz, y de hecho, así se comentó la operación de Afganistán. Pero la situación del país ya no es de paz. El duro invierno afgano atenuará los enfrentamientos, que volverán tras el deshielo. En ese momento, tocará combatir e introducir nuevos elementos en la doctrina española de intervenciones militares en el exterior. El gobierno de Zapatero también deberá modificar una de sus promesas electorales: la limitación de efectivos españoles en el extranjero. Y soportar la presión de una opinión pública que, tradicionalmente, es antimilitarista y donde no existe la cultura del sacrificio por la patria de otras naciones.
Será una foto cara para Zapatero, aunque, al ser una cuestión de Estado, deberá tener el apoyo de la oposición que le podrá recriminar el quién te ha visto y quién te ve, de pacifista en Iraq a militarista en Afganistán.

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