Hacía meses que no escuchaba a César Vidal. No me gusta su idea del periodismo, la mezcla indiscriminada de opinión con manipulación, con sobredosis de manipulación y tergiversación. Supongo que tendrá su público, pero yo no estoy en él. Pero, el pasado viernes, mientras Costilla iba a por unas compras y esperaba en el coche en doble fila conecté la radio y apreté la búsqueda automática. Y apareció César Vidal con una ración de manipulación y odio que uno no esperaba a esas horas. Cuando me harté de escuchar lo malo que son las autonomías y las jeremiadas del profeta del apocalipsis, apagué la radio.
Al poco regresó Costilla y fui a encender el motor. No pude. Se había fundido la batería.
Lo tengo bien merecido por escuchar a César Vidal, pensé.
Al poco regresó Costilla y fui a encender el motor. No pude. Se había fundido la batería.
Lo tengo bien merecido por escuchar a César Vidal, pensé.