miércoles, 18 de junio de 2008

Sin Palm y en Gijón

No sé que es más grave: descubrir, con la llegada del verano, que mi Palm agoniza o las casi tres horas perdidas apretando botones y buscando soluciones tecnológicas.
Todo comenzó con la tranquilidad habitual. Una actualización de la agenda en el ordenador y comenzar a comprobar las nuevas aplicaciones cuando, de repente, la muy tonta se bloquea. Llevamos tres o cuatro años juntos y es el primer problema grave que me da. Podía haber hecho algún guiño antes. Le salva el aire trágico: Alerta fatal, Fatal exception me avisa en inglés para que suelte mi torpe inglés. Y una opción: restablecer, pero por mucho que aprietas nada de nada.
Apuntando el título para un relato de don Ciriaco y Sabas, uno se lanza a buscar soluciones por la red. Al final, recurso al teléfono para contactar con el servicio telefónico.
Afortunadamente, al otro lado aparecen unos teleoperadores agradables, hispanoamericanos ellos que dulcifican la tensión del momento con su acento y vocabulario. "Así que llama desde Gijón, ¿se estropeó con la fiesta del ascenso del Sporting?", no gracias, Macario, no necesito ayuda para cargarme nada.
Entre reporte e ingreso de datos, uno se relaja y se olvida de la madre del ingeniero de turno aunque, al final, la Palm queda en la uvi y llamando al seguro de decesos de Santa Lucía. A ver qué pasa.

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