miércoles, 7 de mayo de 2008

Sexo en Ecuador

En Ecuador piensan en una reforma constitucional que asegure que las mujeres reciban placer con el sexo. Ahí es nada. Más allá de la discriminación que supone no preocuparse por la satisfacción de los varones, la idea, por idiota, es inquietante. Supongo que serán los ecos de los orgasmos de Zerolo, cumpliéndose ese axioma de que un tonto hace un ciento. Y no porque las mujeres no tengan derecho al placer sexual, no es esa mi idea. Claro que las mujeres tienen derecho al placer sexual, al igual que los varones, sea cual sea su orientación sexual (la de ellos y la de ellas). Pero no se puede mezclar las churras con las merinas, hay aspectos de la vida que no se pueden legislar, normativizar salvo que se quiera hacer el idiota o no se sepa qué hacer, algo que con frecuencia va de la mano. Rezo para que Bernat Soria no se entere, porque igual piensa que es una buena idea para España.

Angeles y demonios




Leer el periódico es una elección diaria, no sólo de cabecera, articulista y sudoku, sino mucho más compleja. Hay que decidir quedarse con los demonios o los ángeles que pueblan las páginas impresas. Frente al horror que me causa Fritzl, el demonio de Amstetten y que me paraliza hasta el punto de hacerme incapaz de escribir nada sobre la tortura a la que sometió a su familia, me quedo con la historia de Natalie Du Toit, que encontraréis entera en el enlace con Abc. El resumen es el siguiente: la chica era una nadadora de elite en Sudáfrica hasta que un accidente le produjo la amputación de la pierna izquierda. Aunque compitió con éxito junto con otros deportistas discapacitados, su sueño era participar en unos Juegos Olímpicos, no Paraolímpicos. El pasado fin de semana se clasificó para la prueba de 10 kilómetros en aguas abiertas en los Juegos de Pekín. Es un caso único en la historia.
Y uno prefiere el regusto de esa noticia que descubre una heroína cotidiana, un ejemplo de abnegación y superación, una demostración de que tal vez podemos hacer nuestros sueños realidad que toda esa morralla de vulgaridades y mezquindades que se cuela entre actualidad y que resultan mucho menos edificantes.

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