martes, 26 de febrero de 2008

Una movilización de justicia

No, no me refiere a nuestros funcionarios de Justicia que, por lo que dicen los medios, están próximos a lograr un acuerdo. Si no a la manifestación que los jóvenes investigadores protagonizarán el próximo 1 de marzo en Madrid. Es curioso como a los políticos se les llena la boca hablando de I+D+i mientras los investigadores deben vagar entre becas, carencia de recursos y sacando fuerzas de su ilusión hasta terminar quemados. El poco dinero que aún se gasta en ciencia termina en universidades y centros extranjeros donde se aprovechan del capital formado en su país. En su

El debate, crónica de urgencia

Ya pasó el gran debate. Mañana nos enteraremos de las cifras de audiencia y habrá más tiempo para profundizar. Y, como tendré una mañana bastante liada, aquí dejo una crónica de urgencia por si le interesa a alguna persona. Vamos por los protagonistas antes de dar mi opinión sobre el resultado.
El debate. La mera celebración ya fue, en si, un éxito, como se encargó de recordarnos Manuel Campo Vidal al inicio. Pero no sólo por la celebración. El propio despliegue de medios (tv, radios y medios digitales) hicieron que ese debate fuese diferente a los anteriores. Y los propios equipos de los candidatos lo sabían, como lo demuestran esas gráficas preparadas para que impactar en el espectador. Por cierto, aquí se notó que el equipo de Zp preparó mucho mejor la cita, busco un soporte y el mejor plano para esos gráficos. Además del trabajo de documentación de la gestión ministerial de Rj. Una duda: la falta de propuestas se debía a que eran conscientes de que habría otra cita para la semana que viene o es que ya no quedan propuestas.
Manuel Campo Vidal. Me gustó, sobrio y discreto. Cariñoso con los dos. Esa pregunta a Zp: "¿Puedo tratarle como candidato y no como presidente?" hacía temer lo peor (acudió como candidato y no como presidente), pero luego supo estar en su sitio, cortando el juego sucio de Zp y permitiendo que Rj recuperase el tiempo perdido.
Tacho de la Calle. Es uno de los realizadores de más prestigio de España y dirigió el equipo técnico. Perfecto. El trabajo aportó solemnidad y evitó buscar planos que perjudicasen a los candidatos, más allá de la diferente telegenia de cada uno. Impecable.
Mariano Rajoy (Rj). Ya que empezó él, empezamos por él. Es el menos telegénico de los dos. Y además tiende a parecer un señor enfadado e irritado por todo. Apareció con la americana abierta para transmitir juventud. Consciente de sus limitaciones con la imagen, se centró en la oratoria. Tuvo momentos muy brillantes, acorralando a Zp en varios momentos, cuando le recordó las conversaciones con ETA tras la T-4. Debería haber aportado más ideas, aprovechar ese último minuto para decir lo que haría el PP. Acertó al plantear el debate como un diálogo con los espectadores, aunque debería haber leído menos, sobre todo en la conclusión final.
José Luis Rodríguez Zapatero. (Zp). Es mucho más telegénico y lo sabe. Llevó los temas bien preparados y evitó el cuerpo a cuerpo con Rj. Cuando éste le metió en apuros, salía por peteneras y no respondía a los temas planteados (ejemplo: ETA). Fue muy hábil en el manejo de los datos y en un planteamiento inicial que echará raíz: son unas elecciones con dos candidatos con experiencia en el gobierno y la oposición. A partir de ahí, golpeó el hígado de Rj recordando los 8 años de Aznar. Olvidó las propuestas para generar una mala imagen de Rj.
Resultado. Empate. Ninguno de los dos gana y ninguno pierde. Si soy un votante de Rj, me reafirmo en mis ideas y si pienso a votar a Zp, tengo claro en que debe movilizarme. Pero si me pongo en la piel de un indeciso no me entran ganas de votar a ninguno de los dos. Ninguno aportó un programa claro y generó suficientes sombras en el otro candidato. Zp queda como un oportunista, incapaz de aclarar si mintió o no. Rj como un tipo más bien carca, que dice que todo está bien y las pocas ideas que aporta no son ilusionantes.
Y un deseo. Es un sistema como el nuestro, en el que estos dos deberán pactar con otros partidos. ¿No sería también interesante un debate a seis o a ocho, es decir, con todos los grupos parlamentarios, para evitar luego sorpresas (yo parlo catalá a la intimidá...)

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