Excelentísimo Monseñor Martínez Camino:
En primer lugar, deseo felicitarle sinceramente por su reciente nombramiento como obispo. Rezo para que el Espíritu Santo le ilumine en su ardua labor, al igual que a sus compañeros de de la Conferencia Episcopal.
Doy cuenta de la recepción y lectura de las notas morales ante las próximas elecciones. Le agradezco sinceramente el esfuerzo de concrección para recordar la doctrina de la Iglesia a la que, voluntariamente, pertenecemos. Más le agradecería que no se metiese en berenjenales de ese calibre, sobre todo con lo que ha pasado en los últimos cien años en esta patria nuestra. Está claro que el terrorismo, por ejemplo, no puede ser un interlocutor político, pero ¿es negociación un diálogo como el que tuvo José María Aznar sobre el abandono de las armas por parte de unos terroristas?
Estimado monseñor, bastantes problemas afronta la Iglesia en la actualidad como para ponerse a hilar tan fino. Desde la modestia, les aconsejo que abandonen ese camino que se empieza fácilmente y no se sabe a donde nos conducirá. ¿Acaso Nuestro Señor Jesucristo daba consejos tan claros? Empezamos así y terminaremos esperando de la Conferencia Episcopal la convocatoria de la selección nacional, la letra del Himno o la versión hispana de la fenecida DC italiana.
Sinceramente suyo
Fernando del Busto