jueves, 7 de agosto de 2008

La Olimpiada de la Infamia

Es un misterio conocer las motivaciones últimas de los miembros del COI a la hora de elegir la sede de los Juegos Olímpicos. El espectáculo ya se ha impuesto a la celebración deportiva. Uno disfruta de esa gran feria y de los periódicos, de sus suplementos y las retransmisiones deportivas plenas de esfuerzos límites, de victorias y derrotas.
La fiesta llega ahora a China, como antes a otras dictaduras. Los defensores del movimiento olímpico celebran que los Juegos de Seúl contribuyeron a la democratización de Corea del Sur, callando que en México se celebraron sobre un baño de sangre o nada alteraron el Moscú comunista, la Alemania nazi o la Italia fascista. Tan sólo sumaron la gloria olímpica al boato de esas dictaduras.
Queda claro que olimpismo y política es un matrimonio de conveniencia y, por lo tanto, sólo se mueve por el interés. En este caso, el tratar de cubrir un gran mercado y, de paso, hacer las gracias a una potencia olímpica, como lo demuestra la cantidad de medallas y puestos de honor que, olimpiada tras olimpiada, China logra en el medallero.
Desde hace años que China disfruta de privilegios prohibidos a otras naciones con el argumento de que la población china es uno de los mercados más interesantes del mundo. Y, puestos a vender refrescos, embutidos o coches no nos vamos a cerrar la puerta. Así Occidente ha mirado hacia otro lado mientras China mantenía una dictadura y olvidaba los más elementales derechos humanos.
Ahora, el sistema corrupto avanza y extiende su corrupción a los demás. Así nos encontramos que los deportistas de otros países no podrán opinar sobre política ni escribir en medios de comunicación durante los juegos. Un deportista yanki ha sido vetado por apoyar a una organización que denunció el papel de China en el genocido de Darfur. Totalitarismo, censura. Es lo que nos ofrecen y por donde tragan nuestros gobernantes, a los que sólo les falta aplaudir con las orejas olvidando que la libertad o se defiende en bloque o no se defiende.
Admitir esa censura, como la asume la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, es ser tan censor como los propios chinos y contribuir a que estos Juegos sean los de la Infamia. Triste papel el de nuestro gobierno que, lejos de luchar por la democracia, celebra los modales de matones de barrio de un régimen dictatorial.

4 comentarios:

  1. Es cierto Fernando. Firmo abajo.

    No sé lo que ha dicho MTFdV, pero se lo podía haber ahorrado: bastaba con enseñar la Carta Olímpica. Será difícil superar todo lo que se vivió en Argentina ´78. Los medios de comunicación tenían expresamente prohibido, por un decreto, criticar a la selección o a cualquier miembro del cuerpo técnico. Para qué hablar de política! Imagino la sorpresa del periodista estrella de la televisión argentina, cuando Resenbrik preguntó por los campos de concentración. Francois Geze escribió: “no se puede jugar un Mundial cuando a pocos metros del estadio, se tortura y se mata”. Así era, y se jugó. A escasos 1500 metros de donde se jugaría la final, se encontraba el centro de detención, tortura y exterminio de la Junta Militar: La Escuela de Mecánica de La Armada (ESMA). Los detenidos se enteraron de la victoria argentina, cuando “el Tigre Acosta” (responsable de las torturas), irrumpió en el sótano gritando: ¡ganamos, ganamos! Mientras, en el Río de la Plata, un constante movimiento de aviones, arrojaban cuerpos –no todos muertos- a sus aguas. Aquel Mundial tuvo de todo; incluso la bendición del Obispo de Roma.

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  2. Sí es cierto, nuestra historia está llena de páginas negras. También en el munidal de Argentina, que tu citas, ante un trascendental Argentina-Perú, uno de los dictadores argentinos (creo que Videla) aludió ante la selección peruana sobre la necesidad de la solidaridad iberoamericana y las desapariciones en Argentina. Argentina logró la victoria que necesitaba para pasar a la final. La historia general de la Infamia escribe nuevos capítulos cada día y cada hora.
    Escribamos nosotros los de la honestidad y caridad.

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  3. Estoy de acuerdo en el fondo, pero no recuerdo que la Italia fascista organizara una olimpiada, como mucho un campeonato de futbol.

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  4. Colero, tienes toda la razón del mundo. Cité de memoria y me equivoqué. Después de leerte, consulté la lista de Olimpiadas en la Wikipedia y, oh casualidad, la Italia fascista recibió unos juegos invierno, que no se llegaron a celebrar por la Segunda Guerra Mundial. Aunque eso no evita mi error, ya que cité pensando en los juegos de verano.
    Gracias por tu apunte, Colero, que permite corregir una equivocación.

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