domingo, 4 de mayo de 2008

El poema de la semana

Mirlo

¿Existía aquel mundo al que en sueños
aún vuelvo y que en sueños me estremece?
Claro que existía. Y casi se limitaba
a mi madre y a un mirlo.
A ella la veo apenas. Más se destacan el negro
y el amarillo de quien, alegre, me saludaba
con su canto (pensaba yo)
a mí, que lo oía desde la calle. Mi madre
estaba sentado, con cansancio, en la cocina. Picaba
para él solo (pensaba él)
y para mi cena la carne. Nada lo excitaba tanto
como verla y escucharlo.

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