viernes, 28 de septiembre de 2007

La moral del farsante

Ya ha pasado, o, al menos, reducido, todo el escándalo formado por Daniel Gutiérrez Granda tras su dimisión como coordinador del Teatro de La Laboral. Para mis amigos de fuera de Asturias. Este señor fue concejal de Festejos con Areces en Gijón. Le cabe el honor de ser el responsable político del despegue de los grandes conciertos, comenzando por Rolling Stones y una política deportiva de construir infraestructuras en todos los barrios. En los últimos 8 años, estuvo en la Dirección General de Deportes. Tras la última remodelación del gobierno no se le renovó y, después de unos meses le ofrecieron el puesto aludido al inicio del comentario.
A las pocas semanas, convocó una rueda de prensa en la que anunciaba su dimisión, calificaba el empleo de chiringuito, acusaba a La Laboral de elitista, decía que se iba por ética y moral ya que no quería ocupar el puesto que tenía otras personas en relación al director artístico del teatro. Todo esto después de unas semanas en las que el principal argumento político del PP contra el gobierno eran los chiringuitos políticos.
Ahora, el dimisionario ha regresado a su puesto de trabajo en Arcelor.
Hombre, uno no puede estar de menos que de acuerdo con que un político tenga comportamiento ético. Aunque sólo sea por evitar el contrario, aunque lo de este señor me sueña a fantochada, a perreta de niño mal criado, a insolidaridad con sus compañeros de partido. Porque no es muy solidario irse del gobierno dando argumentos a los adversarios políticos. ¿Quién dijo eso de hay enemigos, rivales y compañeros de partido?
Después de escuchar a este señor, todo su discurso sobre la ética y la moral y quitarse las lágrimas, lo primero que uno se pregunta es donde estaba Gutiérrez Granda cuando el PSOE necesitaba ética y moralidad de verdad, cuando la corrupción destrozaba los últimos gobiernos de Felipe González. En esa época, no se le recuerdan grandes proclamas morales. ¿A qué se debe este interés por la moral?
Uno se pregunta cómo es posible que, después de 20 años en la administración pública, pasando de un puesto a otro, este gran gestor, como le ha reconocido públicamente todo el mundo, asuma otras responsabilidades sin preguntar antes qué hará, con qué medios y en qué condiciones. Si lo preguntó y no le contestaron, debería haber reclamado aclaración; si le contestaron ya sabía donde se metía y si le engañaron, debería tener un plan b más inteligente que cargar contra su gente. Aunque, teniendo en cuenta quienes eran sus interlocutores, no creo posible el engaño. Más aún cuando Gutiérrez Granda se lamenta de no poder llevar a su gente al teatro de La Laboral. ¡¡ Manda huevos!! Denuncia un chiringuito y nos quiere colocar una cadena. ¿Por qué su gente? ¿Con qué criterio? ¿No le sirve el equipo que hay? ¿No lo conocía de las reuniones de coordinación del anterior gobierno? Y otras quejas que hacía, como que sus vacaciones las debía aprobar la sociedad encargada de la gestión de La Laboral. Claro, no te jode. Como en Arcelor sus vacaciones serán aprobadas por los órganos competentes.
Y luego está todo ese discurso sobre la programación de elite y lo popular, con palabras muy huecas y sin preguntarse para qué debemos tener un teatro público. Porque igual un teatro público debe programar espectáculos de elite, pero accesibles a todo el mundo. Es decir populares. No sé. A mí no me parece serio.
A uno, todo eso de la ética le gusta, pero, en este caso, este señor me parece que nos ha ofrecido un discurso más propio de un farsante.

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