miércoles, 11 de julio de 2007

San Fermín

Uno ya no está para los excesos del pasado y se conforma en ver San Fermín por las imágenes de la tele o estas que nos facilita www.visualiza.info, la agencia de comunicación visual que ha montado nuestro amigo Jacinto en Pamplona. San Fermín es la fiesta del exceso, donde buena parte de la población (la gente bien) huye, mientras otros sobreviven y muchos se lanzan al exceso acompañados por el gentío que llega de todo el mundo y alquila habitaciones y hoteles, fondas y tascas, campings y zonas verdes y toman los bancos de la calle para dormir como última opción. Pero San Fermín es una fiesta extraordinaria, única. Marca el tiempo de la ciudad, aunque no sea fiesta local en Pamplona (al menos cuando yo estudiaba allí, los navarros son listos, ¿para qué decretar una fiesta si ya es fiesta? Así que celebraban San Saturnino y San Francisco Javier, más de la tierra y me canto una jotica)


Y aunque el toro es en buena medida el centro de la fiesta (la noche termina tras desayunar después del encierro, luego se duerme hasta la corrida), tampoco faltan los movimientos alternativos que, ligeros de ropa, demandan otra forma de hacer San Fermín. Las peñas en sus pancartas ironizan sobre la vida del viejo Reyno y, por haber, este año incluso hubo blasfemias con un Jesucristo Crucificado saludando al modo fascista. El obispo ya anunció una procesión de desagravio para el día 25 de julio.
San Fermín es mucho San Fermín.

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