martes, 27 de febrero de 2007

El egoismo de Calatrava


Tengo pocas dudas. Santiago Calatrava es un arquitecto egoísta. Ahí está el palacio de Congresos de Oviedo, una obra monumental, como se ve en la foto, hecha desde Llamaquique y que despierta el interés de muchas personas. La obra se encuentra casi concluida pero es un trabajo de un gran egoísta. Calatrava habrá pensado mucho, no lo dudo, pero no en la ciudad ni en el entorno donde se iba a colocar su arquitectura. Sólo pensó en él, en su lucimiento. Egoismo y vanidad a partes iguales y, en consecuencia, mala arquitectura. La arquitectura es un trabajo social. No se construye para uno, sino para una ciudad, una familia, un entorno. Aquí no encuentro el diálogo que, por ejemplo, establecen los Cubos de Moneo con su entorno o la voz que lanza la Facultad de Comunicación de Pamplona o el Centro del Acero en Avilés... Esto es un grito de un tipo que le importa tres cojones lo que digan de él. Algunos amigos arquitectos me comentan que se trata de una tendencia de muchas estrellas.
En Oviedo se está haciendo mucha arquitectura y poco urbanismo. Es una lástima que se dañe de esa manera a una ciudad tan hermosa.

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