domingo, 29 de julio de 2007

La muerte de Marina

Marina agonizaba sobre la calzada. El rostro ensangrentado, ese tubito de plástico saliendo de la boca, descalza, las manos inertes sobre el asfalto, el médico moviendo rítmicamente las manos sobre el esternón con su mirada concentrada, intentando el milagro que no alcanzaba.
Marina agonizaba y, a esas metros, un tumulto de vecinos observan a escasos metros. Había espectáculo, y gratuito; la batalla entre la vida y la muerte y sin pagar entrada. La mínima prudencia evitó que proliferasen los móviles. Era una vecina. Los menores en primera línea, con el balón de los juegos contemplando lo duro que es la vida. Algún gesto de error y la gente que se acercaba a mirar.
Marina murió sobre las 18.30, en Avilés. Segundos después, el grupo comenzó a disolverse.

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